Paula Reyes Núñez
Si hablamos de bioética acude a nuestra mente la idea de series de reglas que limitan y regulan el avance, alcance e impacto de nuestras tecnologías y conocimientos, aplicados en los seres vivos. Después de todo, es una rama de la ética que investiga aspectos éticos de avances y procedimientos tanto en medicina como biología, incluyendo a su vez aspectos morales generales, relacionados con el medio ambiente y defensa de animales. Esta rama trata de entender todas las cuestiones que surgen en las relaciones entre nutrición, derecho, política, medicina, filosofía, sociología, antropología y teología, respetando al ser humano y a sus derechos inalienables.
Temas de su actual interés son: clonación, transfusión de sangre, derechos animales, trasplante de órganos, cuidado de recursos medioambientales, etc.
Es una ciencia medianamente nueva (el concepto apenas aparece en 1927), pero que ha alcanzado su punto álgido estas últimas décadas. El avance exponencial de la tecnociencia, y sus implicaciones en la visión de mundo actual, también conlleva a una reflexión en torno a las transformaciones que ellas provocan. Esto ha producido una falta de consenso del significado de la bioética en sí, además, de la interpretación y aplicación de los fundamentos en que se sustenta. Recordemos que la bioética se basa en cuatro principios fundamentales: autonomía, entendido como el derecho de toda persona a decidir por sí misma en todo ámbito que le afecte, determinando también el deber de respetar la autonomía de todos los demás. No maleficencia, como el derecho a no ser discriminado por asuntos biológicos de género, sexo, edad, etc. y abstenerse de hacer un daño innecesario aún si el paciente lo pide. Beneficencia, como la obligación de actuar en beneficio de otros sin obrar en función al propio concepto de felicidad y salud, sino de acuerdo al bien que el otro busca para sí, y Justicia, definida como el derecho de toda persona a no ser discriminada por asuntos culturales, económicos, ideológicos o sociales.
A través del uso de estos elementos, podemos notar las contradicciones que ellos acarrean, dando prioridad a unos sobre otros debemos decidir ya no sólo por el beneficio y/o consecuencias que transmitan nuestras decisiones aplicadas sobre un asunto en concreto. El hecho de que nuestras herramientas de juicio presenten dificultades para desarrollarse, desde su mismo sentido, nos lleva a jerarquizar los principios determinando las mejores consecuencias – o las menos malas – desde la moralidad.
El desarrollo tecnológico y científico, debiese ser acompañado de un reforzamiento valórico a nivel social, con fin de enriquecer el fin de las biotecnologías y alejarlas de prácticas perjudiciales para el bien común.
REFERENCIAS:
ROLAND FERMIN, KOTTOW MIGUEL. Bioética y biotecnología: lo humano entre dos paradigmas. ACTA BIOETHICA. 2001.
Web 1: http://es.wikipedia.org/wiki/Bio%C3%A9tica
Web 2: http://www.plataforma.uchile.cl/fb/cursos_trans/etica/unidad1/tema06/doc/Powerpoint%204.ppt
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